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Los actores del acoso y el ciberacoso: víctima, acosador y testigos

Siempre se han estudiado tres actores o perfiles de participantes presentes en cualquier acoso o ciberacoso. Estos perfiles juegan unos roles específicos que ayudan a perpetuar el acoso y a aumentar el desequilibrio de poder entre víctima y acosador o victimario. Los participantes de toda situación de acoso son la víctima, el acosador o victimario y los espectadores, y los tres pueden influir positiva o negativamente en el acoso.

En este artículo te contamos todo lo que necesitas saber sobre la tríada del acoso y el ciberacoso y las características de los perfiles psicológicos que intervienen en este hecho delictivo:

  • El acoso y el ciberacoso: características
  • La tríada del acoso y el ciberacoso: actores presentes
    • La víctima
    • El acosador o victimario
    • Los espectadores o testigos

 

La tríada del acoso y el ciberacoso víctima, victimario y espectadores - LISA Institute

El acoso y el ciberacoso: características

Según la Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar, el acoso consiste en la agresión, intimidación, persecución y hostigamiento repetido e intencionado a una persona por parte de otra u otras. El término “acosar” se relaciona con aquellas conductas repetitivas cuyo fin es molestar o dañar (física o psicológicamente) a otras personas, así como obtener poder y control sobre ellas.

El acoso se caracteriza por tres pilares fundamentales que siempre están presentes:

  • La persistencia en el tiempo.
  • La intencionalidad.
  • El desequilibrio de poder entre víctima y victimario o acosador.

El acoso, como puede suponerse, puede darse en múltiples ámbitos sociales: acoso escolar o bullying, acoso laboral o mobbing, acoso digital, etc. Cuando el acoso se da en el ámbito de Internet y/o las redes sociales, se habla de “ciberacoso”, puesto que se da en el medio virtual. Si quieres saber más sobre el ciberacoso, te recomendamos este artículo.

El ciberacoso es cada vez más frecuente debido a la digitalización masiva y resulta especialmente preocupante, ya que diluye los tres pilares que definen el acoso a causa del anonimato que da Internet, la perdurabilidad indeterminada de materiales y/o comentarios en este medio y la facilidad para conseguir un desequilibrio de poder amparados por este anonimato y la rápida difusión de contenidos.

En el Curso de Prevención del Acoso y del Ciberacoso de LISA Institute, se cita la definición de la psicóloga Isabel Rovira Salvador, que describe el acoso como “una conducta de naturaleza ofensiva y perturbadora en el que la persona acosada experimenta sentimientos de angustia y ansiedad”. Asimismo, insiste en la necesidad de la presencia de estos elementos para que una conducta sea considerada acoso:

  • Deben ser conductas repetitivas y progresivas en el tiempo.
  • Debe existir un desequilibrio de poder entre el agresor y la víctima: El agresor emplea este poder (físico, psicológico, social, de referencia, legítimo) para atemorizar, amedrentar y dañar a través de una serie de conductas determinadas.
  • Debe darse una intención de causar daño: El acosador busca causar daño, y la víctima lo sabe. Esta percepción acentúa los efectos del acoso, convirtiéndolo en una situación con un índice elevado de estrés.
  • Debe producirse un daño: El daño pretende erosionar emocionalmente a la víctima centrándose en aspectos como su personalidad, la integridad moral, la dignidad, la intimidad, el honor, etc. A veces el acoso es meramente instrumental, es decir, para conseguir algo (ser importante o temido, conseguir que una persona se vaya de un colegio o un trabajo, etc.), pero también en estos casos se lesionan los derechos personales de la víctima.
  • Debe haber un carácter deliberado, complejo, continuado, predeterminado y sistemático: Es una sucesión de actos encaminados a un fin, la intencionalidad de hacer daño. Normalmente la víctima desarrolla sentimientos de culpabilidad o/y autocuestionarse.

 

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La tríada del acoso y el ciberacoso: actores presentes

Históricamente, se vienen estudiando tres perfiles de participantes relevantes dentro del acoso y del ciberacoso. Estos perfiles juegan unos roles específicos que ayudan a perpetuar el acoso y a aumentar el desequilibrio de poder entre víctima y victimario.

Los participantes de toda situación de acoso son la víctima, el acosador o victimario y los espectadores. A continuación, se detalla cada uno de estos tres perfiles que participan en la tríada del acoso y el ciberacoso.

La víctima

La víctima del acoso, es decir, las persona agredida, puede ser cualquier persona, independientemente del ámbito donde nos podamos encontrar, la edad, el género, la orientación sexual, el estatus social y/o la cultura.

De hecho, el proceso de “victimización” es sutil, silencioso y progresivo. En la gran mayoría de ocasiones, no existe una conciencia clara de la persona que está sufriendo conductas de acoso, quedando indefensa de forma plena.

Personas que proyectan imágenes fuertes, adaptadas socialmente, seguras de sí mismas y/o exitosas también pueden convertirse en víctimas a través de la manipulación o la ingeniería social que usan los agresores.

Cada víctima (y potencial víctima) de acoso tiene unos rasgos de personalidad diferentes, sin embargo, hay algunas características comunes que favorecen el proceso de victimización en situaciones de acoso:

  • Suelen ser personas muy positivas y con facilidad para relacionarse de manera saludable. Se suelen definir como personas carismáticas y extravertidas. Este éxito en su forma de relacionarse suele ser muy envidiada por el acosador. También es muy común que activen los celos en personas inseguras en una relación sentimental. Este tipo de características las suelen compartir las víctimas de acoso laboral y en situaciones de violencia de género.
  • Su estilo de afrontamiento al conflicto puede estar basado en actitudes de colaboración a través del diálogo y la asertividad. También, pueden presentar un estilo de afrontamiento al conflicto con tendencia a la acomodación o a ceder por la otra persona, lo que puede ser interpretado por el agresor como un estilo permisivo e intentará aprovecharse de la situación. Como en el caso anterior este tipo de rasgos de personalidad son comunes en las víctimas del acoso laboral.
  • Suelen expresar lo que sienten y lo que piensan discrepando de la opinión de la mayoría, aspecto que el acosador considera una amenaza, por lo que usa la manipulación para generar enfrentamientos y rechazo hacia la víctima. Es frecuente que ocurra en el acoso laboral y también en el acoso comunitario.
  • En ocasiones, también pueden presentar una actitud de autoconfianza y seguridad en sí mismas ya que poseen una autoestima saludable. Este tipo de actitudes despertará, nuevamente, la envidia, que llevará a los acosadores a buscar puntos débiles por los que empezar a debilitar a la víctima. Es muy común en casos de acoso laboral y en la pareja.
  • Por último, en cuanto al acoso escolar, es frecuente que los niños que se convierten en víctimas sean diferentes en alguna característica (ya sea física, psicológica, de rendimiento, familiar, social, etc.). En ocasiones puede haber también una falta de competencia social. Si quieres saber más sobre el acoso escolar y/o laboral, te recomendamos este artículo.

En general, cabe destacar que, normalmente, las víctimas del acoso y del ciberacoso suelen presentar una actitud pasiva, miedo ante la violencia y manifestación de vulnerabilidad, que cabe relacionar con la tendencia a culpabilizarse de su situación y a negarla.

 

Víctima acoso - LISA Institute

El acosador o victimario

El victimario, es decir, el acosador o agresor, suele tener un comportamiento provocador y de intimidación permanente. Posee un modelo agresivo en la resolución de conflictos, presenta dificultad de ponerse en el lugar del otro, vive una relación familiar poco afectiva y tiene muy poca empatía.

Los acosadores se identifican principalmente como personas:

  • Con baja tolerancia a la frustración, al rechazo y/o a opiniones contrarias a la suya: Perciben las discrepancias como un ataque personal, por lo que adoptan conductas desafiantes. Normalmente, suelen tener sentimientos de superioridad hacia el resto de las personas.
  • Con escasas herramientas de autocontrol para gestionar el estrés y las emociones como la ira en situaciones de conflicto: Si se sienten humillados, pueden reaccionar con acciones violentas y defensivas. También es frecuente que usen la culpabilización para hacer sentir mal a la otra persona.
  • Con tendencia al abuso de poder y con deseos de intimidar y dominar, apoyados en una sensación de superioridad hacia la víctima, como una estrategia para reducir sus sentimientos de inferioridad e inseguridad. De esta forma, se sienten más fuertes y la conducta termina consolidándose.
  • Con personalidad narcisista: Son personas frías, calculadoras y carecen de empatía, aunque tienen buenas habilidades para manipular y conseguir lo que quieren.
  • Con una autoestima deteriorada, sintiendo envidia hacia las personas que tienen aquello que ellos desean: Para aumentar su autoestima necesitan destruir y conseguir que sus víctimas se rebajen. Por ello, es frecuente que la positividad y sociabilidad saludable de las víctimas atraiga a agresores con estas características y la relación de acoso se acentúe más.
  • Que sufren vejaciones o violencia en primera persona por parte de otras personas: Usan estos mismos métodos hacia otros para sentirse superiores y poderosos en al menos algún ámbito de su vida.

Los agresores ejercen su acción contra su víctima de diversas formas: golpeando, molestando, provocando, acosando con empujones y golpes, insultando, poniendo motes, generando rumores y mentiras, aislando y anulando a las víctimas.

Es importante resaltar la necesidad de que se dé un desequilibrio de poder, que, en ocasiones, es real (constitución física o estatus del agresor, por ejemplo) y, en otros casos, es simplemente una fachada que se consigue a través de la manipulación y la culpabilización de la víctima, con lo que el acosador pretende conseguir un control de la situación o una superioridad.

En definitiva, los acosadores son personas que no suelen acatar las normas sociales por la necesidad que tienen de protagonismo, de superioridad, de sentirse único y de llenar un vacío emocional. Si quieres saber si estás ante un acosador y cómo puedes gestionarlo, te recomendamos este artículo.

 

Acosador - LISA Institute (2)

Los espectadores o testigos

Los espectadores o testigos del acoso son las personas que se encuentran presentes en el contexto en el que se produce, muchas de las cuales normalizan la situación y no intervienen ni dan la voz de alarma. En el ciberacoso, este grupo de personas puede ser extremadamente amplio y extenso, a causa de la despersonalización, el anonimato y la dilución de responsabilidad que se da de manera mucho más incrementada en este ámbito.

La actuación de estas personas suele ser, en la inmensa mayoría de los casos, de inhibición a intervenir ante las situaciones de acoso y ciberacoso, bien por miedo, bien por pensar que es algo que no va con ellos porque no les afecta directamente.

Los resultados de una encuesta realizada por Glew, Rivara y Feudtner, investigadores en el ámbito del bullying y el acoso, concluyen que el 70% de los espectadores ni siquiera intentaron intervenir e hicieron como que la situación de acoso no existía; sólo el 30% de los encuestados había intentado ayudar a la víctima. De este 70% que no intervino, el 40% no hizo nada porque “no era de su incumbencia” y el 30% porque no “sintieron que debían ayudar”, probablemente por temor a ser víctimas

Este tercer perfil que forma parte de la tríada del acoso juega un papel fundamental en la persistencia de éste y en el desequilibrio de poder entre la víctima y el victimario. Los agresores necesitan del silencio y la complicidad de los espectadores para continuar con su conducta. Y esta conducta que ejercen hacia la víctima tiene, a su vez, un efecto disuasorio en el grupo de los espectadores, lo que les impide denunciar la situación.

En algunas ocasiones, la conducta de acoso y ciberacoso llega a extenderse tanto que se produce un contagio social, que hace que los espectadores se impliquen finalmente directa o indirectamente en la agresión.

Ser espectador de una situación de acoso conlleva una serie de efectos negativos que se perpetúan en el tiempo. Las personas que tienen el rol de espectador dentro de una situación de acoso suelen:

  • Mostrar posturas egoístas e individualistas.
  • Presentar una baja capacidad de empatía y una actitud indiferente ante las injusticias.
  • Desarrollar un estilo de personalidad temerosa y sumisa.
  • Atribuir efectos positivos a las conductas violentas como fórmula para solucionar problemas.
  • Convertirse en futuros agresores.

Glew, Rivara y Feudtner afirman que el hecho de cambiar la actitud de los espectadores o testigos puede tener un gran impacto en los agresores, que dejarían de obtener muchos de los “beneficios” y los resultados que buscan con sus acciones, como superioridad, autoestima, legitimación del poder, etc.

 

Espectadores acoso - LISA Institute

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